Mujeres que hicieron historia

Ruth Bader Ginsburg

(1933 – 2020)

Ruth Bader Ginsburg, jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos e icono de la defensa de los derechos de la mujer.

Nació en 1933 en Brooklyn, Nueva York. Se licenció en la Universidad de Cornell en 1954 y dos años después se convirtió en una de las nueve mujeres -el resto de su promoción lo formaban 541 hombres- que fueron admitidas en la Universidad de Harvard. En el ámbito académico fue discriminada por razones de género, el decano llegó a preguntarle qué hacía allí ocupando el lugar de un hombre. Sin embargo, su excelencia académica la llevó a ser parte de la revista Law Review, un logro inaccesible para muchxs. Luego transfirió su matrícula a Columbia para acompañar a su pareja, donde se graduó primera de la promoción.

Sin embargo, pese a haber estudiado en prestigiosas universidades, no lograba conseguir trabajo. En distintos estudios jurídicos la rechazaron bajo la premisa de no contratar abogadas mujeres. Finalmente, en 1963 consiguió un puesto de profesora en Rutgers University, un centro considerado de segunda categoría.

Fue conocida por llevar a los tribuales casos de discriminación, principalmente ejercido contra mujeres. Por su fama y reputación 1980, el presidente Jimmy Carter nominó a Ginsburg a la Corte de Apelaciones de Estados Unidos para el Distrito de Columbia.

Tiempo después, en 1993, Bill Clinton la nominó a la Corte Suprema y así logró convertirse en la segunda mujer en ser juez del más alto tribunal de Estados Unidos.

Uno de los primeros casos en la Corte fue el llamado Estados Unidos vs. Virginia, que anuló la política de admisión de solo hombres en el Instituto Militar de Virginia. Al explicar su decisión, Ginsburg alegó que ninguna ley o política debería negar a las mujeres “la plena ciudadanía, la misma oportunidad de aspirar, lograr, participar y contribuir a la sociedad en función de sus talentos y capacidades individuales”.

Ginsburg fue impulsora incansable de los derechos de las mujeres, cada vez que tuvo ocasión ha dicho una frase que caracterizó su pensamiento y su accionar: “No pido ningún favor por mi sexo. Todo lo que pido a mis compañeros es que dejen de pisarnos el cuello”.

Defensora del feminismo basado en la igualdad de oportunidades y entendido como ideario para eliminar la discriminación de género, también cuando esta afectaba a los hombres y cuando se daba en forma de discriminación positiva.

Una jueza que trabajó incansablemente. Su puesto en la Corte se convirtió en un lugar de luchas y reivindicaciones colectivas.

Sus decisiones hicieron que jóvenes y adultos la idolatren, su gran fama llegó luego de 2013, cuando expresó su opinión disidente tras conocerse el fallo del Tribunal Supremo en el caso Shelby County v. Holder: la controvertida sentencia minó significativamente el derecho al voto de las minorías, derogando una cláusula constitucional que impedía a ciertos estados imponer condicionantes al sufragio. Con su disenso, Ginsburg llegó a las redes, comenzaron a llamarla “Notorious RBG” –copiando el nombre artístico del famoso rapero Biggie Smalls, o Notorious BIG–, pero lo cierto es que su popularidad transcendió internet, en las calles, televisión, incluso en tazas y remeras esta la cara de Ginsburg, como ícono de la lucha por la igualdad de oportunidades para las mujeres.

Previo a ello, allá por los años 60 y durante los años 70, Ginsburg fue la primera profesora titular de la Universidad de Columbia y también ejerció como abogada para la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles -ACLU- una organización en la que desempeñó un papel crucial como defensora de los derechos de las mujeres.

En su estrategia como abogada litigante, estaba presente la disputa por la discriminación de género en todas sus variantes. Es dable destacar dos famosos casos de aquella época. En Weinberger v. Wiesenfeld (1975) defendió con éxito a un viudo a quien la oficina de la Seguridad Social había negado el subsidio disponible para las esposas que perdían a su marido, demostrando así que la discriminación de género afectaba también a los hombres.

Tres años antes había representado a Susan Struck, miembro del Ejército, tras haber sido expulsada por estar embarazada. En esa época el aborto era ilegal en todos los estados pero obligatorio para las mujeres militares. Aunque el juicio en el Tribunal Supremo no llegó a celebrarse porque Struck retiró los cargos, es interesante destacar la estrategia de Ginsburg: si conseguía defender la libertad de decidir poniendo el ejemplo de una señora a quien la maternidad le estaba siendo negada, ese mismo corpus legal serviría para garantizar el derecho al aborto, lo que sería finalmente legalizado en Roe v. Wade (1973).

En su largo paso por el Tribunal Supremo, Ginsburg se ganó el reconocimiento de feminista, su estrategia iba más allá de las sentencias. Aunque su opinión estuviese entre la minoría, era capaz de influenciar políticas posteriores. Eso sucedió en el 2006 cuando el Tribunal falló en contra de Lilly Ledbetter, quien denunció ganar menos en el trabajo que sus compañeros hombres. Sin embargo, la disidencia de la jueza no fue en vano, tres años más tarde, Obama firmó la ley Ledbetter –en honor a la demandante– que prohíbe la discriminación de género en el salario. Entre sus logros, está el de formar parte de la mayoría que legalizó el matrimonio homosexual a nivel federal en el año 2015.

En sus últimos años, donde su popularidad y reconocimiento estaban asentados expresó: “Ahora tengo 86 años y, sin embargo, gente de todas las edades quiere hacerse una foto conmigo”.

A los 87 años falleció Ruth Bader Ginsburg, que por una vida dedicada a conseguir la igualdad entre varones y mujeres, fue y es inspiración de muchas, se la reconoció y se la reconocerá como “la voz de la igualdad”.