Arte y género

Mujer y Arte

por Elena Liberatori*

De modo preliminar aclaro que siendo tan vasto el universo al que convoca el título hay ejes comunes cualesquiera sean la época y el área artística en que nos detengamos. A través de unas preguntas simples podremos constatarlo, en particular, en lo atinente a la perdurable invisibilización de la mujer.  ¿hay mujeres músicas, escritoras, pintoras, fotógrafas, igualmente premiadas que los hombres? ¿existen mujeres directoras de orquesta o cineastas en parecido número al de los hombres? ¿Acaso podemos recordar ahora mismo a alguna de ellas?

Es interesante advertir, aún al soslayo de este momento que, en cada área del Arte hay una situación recurrente en virtud de la cual por la vigencia ni siquiera menguada del patriarcado las mujeres han sido y son aún relegadas aunque ostenten más “méritos” que sus colegas hombres, respecto de lo cual se cruza el estereotipo del sistema patriarcal que impone a las mujeres el cuidado de su familia a expensas de sus logros profesionales y cuando también nos hallamos insertas en el paradigma de la eterna juventud.

En el Parque Provincial Cueva de las Manos en Santa Cruz en el Alto Río Pinturas se halla esa cueva de arte rupestre -del latín rupestris, rupes roca- una de las manifestaciones artísticas más antiguas -del Paleolítico al Neolítico-, sitio en el que, las imágenes de las manos nos llevan a preguntarnos ¿acaso ninguna de esas manos es de una mujer?

La pintura fue invención de una mujer, según Plinio el Viejo quien la atribuye a Kora de Sicyon (700 A.C.-600 A.C.- quien tratando de fijar la imagen de su amado ante un largo viaje pintara en un muro la sombra de su perfil proyectada por la luz de una vela. Aunque Plinio menciona a otras pintoras de la Antigüedad -Olimpia, Calipso, Helena de Egipto, Laia de Cyzcicus- desde luego lo hace en número sensiblemente inferior al de los hombres.

Según la historiadora del Arte Beatriz Blasco Esquivias de la Universidad Complutense de Madrid, la mujer tanto en el Arte como en cualquier otro ámbito se vio ante hombres patriarcales, muy misóginos y “miopes” porque no han querido mirar a las mujeres que siempre han sido parte del “hecho artístico” al cual cabe distinguir de la autoría de un trabajo, circunstancia ésta que oscureció a la mujer artista, un hecho que subsiste cuando en la actualidad, en el Museo del Prado solo hay obras de cuatro mujeres. Además, advierte acerca del cuidado en el uso de las palabras ya que conforman las realidades, por ejemplo, cuando al recorrer museos, una pintura, una escultura o cualquier otro objeto artístico cuya autoría no consta, las cartelas siempre dicen “anónimo” dando por sentado que es un hombre.

La escritora Isabel Allende dice que, si bien el mundo editorial ha ido evolucionando, incorporando las voces de mujeres que habían estado “minimizadas, silenciadas e ignoradas“, la asimetría entre autores y autoras aún es amplia…la cual ejemplifica no solo a través del esfuerzo triple que tiene que hacer una mujer escritora para obtener “la mitad de reconocimiento” sino también por el hecho de que las mujeres son “vilipendiadas por los críticos… Si uno vende, como es el caso mío, no tienes condición literaria…Si no vendes y eres lo más oscuro posible, tal vez te den un premio y porque no significas ninguna competencia para los machos que te dan el premio. A mí me ha costado el triple que a cualquier hombre”.

¡Estas contundentes afirmaciones se encuentran en un reportaje del diario La Nación del 5 de noviembre de 2020!

Los reconocimientos e incluso la docencia en las Artes Visuales – Cerámica, Dibujo, Escultura, Fotografía, Grabado, Instalaciones y Medios Alternativos, Pintura y Textil – también son asimétricos en favor de los artistas hombres. Puede ser corroborado muy fácilmente analizando la trayectoria de las premiaciones en el Certamen Salón Nacional de Artes Visuales que data del 1911.

Nuestro país no está exento del hecho de las mujeres artistas “escamoteadas” por los hombres al decir de Blasco Esquivias, por caso, en matrimonios en los que ellos son los reconocidos en tanto que ellas permanecen a su sombra. La esposa del escultor Rogelio Yrurtia -autor de la emblemática escultura “Canto al Trabajo” emplazada frente a la Facultad de Ingeniería de la UBA, la pintora y escultora Lía Correa Morales a su vez hija del profesor de su marido, Lucio Correa Morales, es un ejemplo de ello.

También en las Artes Visuales, históricamente se ubicó a las mujeres en el estereotipo de la fragilidad, o sea en la Pintura o el Dibujo y no en aquéllas en que se requiere “fuerza física” como la Escultura o el Grabado.  Otra asimetría por denominarlo de algún modo, les modelos para el Dibujo en las escuelas de Arte como la Pridiliano Pueyrredón o la Cárcova en Costanera Sur, ellas posaban desnudas en tanto que ellos lo hacían o hacen con un slip.

La cantante mexicana Lila Downs, hija de una indígena mixteca (como la actriz Yalitza Aparicio en “Roma”, la película escrita y dirigida por Alfonso Cuarón) y un norteamericano documentalista afiliado al Partido Comunista refiere en un reportaje de Ana Cacopardo transmitido por el Canal Encuentro, que sus raíces indígenas provocaban rechazo social al punto que su madre no le enseñó su lengua. Hoy solo puede cantar en ella, pero empeñada en el rescate de sus raíces indígenas exhibe con orgullo que también lo hace en otras lenguas indígenas como el zapoteco (pueblo del Zapote), el maya (hoy día hay 3.000.000 de personas mayas), nahuatl (lenguaje de los Mexicas, Aztecas o Nahuas, y significa “lengua suave o dulce). El reencuentro con su identidad indígena fue posible para ella y su madre, también cantante, a través del camino artístico. Algo similar dijo a sus 101 años Nelly Omar a quien en su momento la tildaran “La Gardel con polleras”, “la música me da buenos pensamientos, me libera de angustia. Si canto soy feliz” habiendo sufrido 17 años de silencio por persecución política.

Marisol Redondo, es una cantautora e intérprete uruguaya que desde Suiza difunde variadas expresiones de la música popular, tango, folklore, candombes, que tuvo el coraje de aprender el arpa cuando ya tenía una carrera en la música que viene desde su familia. Un instrumento tan hermoso como complejo que sumó sus 37 cuerdas a las vocales suyas para hacer un dúo único: mujer… voz y arpa.

Tina Modotti fue fotógrafa y revolucionaria, dedicó su vida a los pobres, a los refugiados, a los olvidados, creyendo, en 1923, que otro mundo era posible. Se preocupó por los más desfavorecidos; fuera el país que fuera, para ella no había fronteras. Su sensibilidad le permitió mostrar la realidad social de México.

Adriana Lestido, la fotógrafa de ese símbolo de una época que en este mes de marzo conmemoramos. Una madre con su hija en brazos, los rostros angustiados, los puños apretados y sendos pañuelos blancos, en 1982, en Plaza Alsina, Avellaneda. Son Blanca Freitas de 23 años entonces y su hija Mariela de cuatro, reclamando la aparición con vida de su hermano y tío, un delegado de la fábrica Molinos Rio de la Plata, secuestrado en una parada de colectivos camino al trabajo. “Con esa foto gané el respeto en el diario donde trabajaba que era un oficio más de hombres”. El “hombre ausente” marcaría su trabajo, con madres adolescentes y mujeres en cárceles. “… la fotografía es luz y quizás entró con tanta intensidad en mi vida como una manera de contrarrestar tanta oscuridad”

Crear una imagen distinta de la realidad urbana de la Ciudad de Buenos Aires es lo que hizo la fotógrafa Natacha Pisarenko captando las obras del denominado “arte callejero”, pinturas y murales en los que les artistas plasman los sentires de la sociedad y su visión del mundo, ahí en las paredes grises de los olvidos un estallido de color y memoria como cada 8 de marzo.

* Abogada (UBA), especializada en Derecho Administrativo y Administración Pública, con título de Posgrado en Hacienda Pública de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Se desempeña como Jueza de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad de Bs.As., desde el año 2000.